La cabaña del diablo, de Víctor García

La cabaña del diablo (Gallows Hill / The Damned, Estados Unidos-Colombia, 2013) / Dirección: Víctor García.

Nuestra puntuación

Reparto: Peter Facinelli, Sophia Myles, Nathalia Ramos, Carolina Guerra, Gustavo Angarita, Juan Pablo Gamboa, Tatiana Rentería. / Guión: Richard D’Ovidio, David Higgins. / Fotografía: Alejandro Moreno. / Música: Frederik Wiedmann. Estreno viernes 04 de diciembre de 2015.

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por: Enrique López Arvizu

Los demonios andan sueltos.

Películas de terror ambientadas en lugares alejados donde un grupo es atacado por una amenaza diabólica hay muchas, y las que faltan. Ésta es dirigida por el catalán Víctor García y aunque en un principio la propuesta se sostiene, al final el peso de las malas decisiones termina por convertirla en una más del montón.

Un hombre viaja a Bogotá junto a su prometida para convencer a su hija de asistir a su boda, ella dejó su pasaporte en Medellín por lo que ellos tres más el novio de la chica y una amiga reportera deberán viajar allí por el documento.

El mal tiempo provocará una avería en el coche que les impedirá continuar viaje teniendo que ir a refugiarse a una casa que encuentran en el camino, que no es propiamente una cabaña donde conocerán a Felipe, un enigmático viejo y a la que parece ser su hija, encerrada en una gran caja de madera, a quien liberan sin saber quién es ella en realidad.

Sin presentar demasiadas novedades respecto a películas similares, el relato se va desarrollando de manera eficaz y con interés, con actuaciones que resultan naturales, lo mismo que el uso del español e inglés, que ayudan a generar un clima de desconcierto ante el descubrimiento de la niña encerrada.

Pero apenas ésta es liberada, todas las situaciones posteriores de posesiones y usurpación de cuerpos se vuelve una dinámica que deja de sorprender y que incluso termina enfrentándose ante su propio verosímil, en un último tramo desordenado que incide en un final caótico y poco efectivo.

Así, lo que venía siendo un eficaz cuento de terror se convierte en otro más genérico aún, dejando de lado la tensión previa tornándose en otra rutinaria película de sobresaltos.

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