Dioses de Egipto (Gods of Egypt, Estados Unidos, 2016) / Dirección: Alex Proyas.
Reparto: Gerard Butler, Nikolaj Coster-Waldau, Geoffrey Rush, Brenton Thwaites, Courtney Eaton, Chadwick Boseman, Elodie Yung, Bruce Spence, Bryan Brown, Emma Booth, Rachael Blake, Robyn Nevin, Goran D. Kleut, Abbey Lee, Paula Arundell. / Alex Proyas, Matt Sazama, Burk Sharpless. / Fotografía: Peter Menzies Jr.. / Música: Marco Beltrami. Estreno viernes 26 de febrero de 2016.
por: Enrique López Arvizu
Dioses del ridículo.
Luego de dirigir películas como ‘The Crow’, ‘I, Robot’ y Dark Cities’, películas todas con algún elemento interesante, el director Alex Proyas ahora se embarca en una especie de péplum en demasía digitalizado en el que parece que pasa de todo pero al final pasa tan poco que se torna fastidioso.
El dios Horus (Nikolaj Coster-Waldau) está a punto de ser coronado como Rey de Egipto por su padre cuando hace su arribo su tío, el dios Set (Gerard Butler) quien con la intención de arrebatarle el trono mata a su padre y le enfrenta en un duelo donde con armaduras propias de un universo como el de ‘Caballeros del Zodiaco’, termina por sacarle los ojos, quitarle el trono y condenarle al exilio mientras Set esclaviza al pueblo egipcio.
Algunos años después, un ladrón de poca monta logra robar uno de los ojos de Horus y en su huida pierde a su amada, por lo que hará un pacto con el dios decaído para ayudarle a recuperar su trono a cambio de que vuelva a la vida a la joven.
Con un set casi en su totalidad creado digitalmente, bañado en tonos dorados y sin miedo alguno al ridículo, la nueva película de Alex Proyas es un despropósito de enorme tamaño que retoma/homenajea/plagia muchos de los elementos vistos en ‘300’ (incluido Gerard Butler).
Y es que a pesar del fastuoso despliegue visual la película nunca levanta el vuelo y es soberanamente aburrida y con momentos que rozan el ridículo, como esos en los que está a cuadro Geofrey Rush como el dios Ra enfrentando a un enorme gusano negro a bordo de una nave flotante.
Un entretenimiento vacío que, a lo largo de poco más de 2 horas, la sensación que deja ‘Dioses de Egipto’ es que si bien hay algo de adrenalina, peleas con seres fantásticos y mucho efecto especial, la película de Proyas carece de corazón y por lo tanto de auténtica emoción.