La chica del tren (The Girl on the Train, Estados Unidos, 2016) / Dirección: Tate Taylor.
Reparto: Emily Blunt, Rebecca Ferguson, Haley Bennett, Luke Evans, Edgar Ramirez, Justin Theroux, Allison Janney, Lisa Kudrow, Laura Prepon, Lana Young, Nicole Bonifacio, Marko Caka, Danielle M. Williamson, Alexander Jameson, Sidney Beitz. / Guión: Erin Cressida Wilson (Novela: Paula Hawkins). /Fotografía: Charlotte Bruus Christensen. / Música: Danny Elfman. Estreno viernes 11 de noviembre de 2016.
por: Enrique López Arvizu
La chica que miraba demasiado.
La nueva película de la directora de ‘The Help’, está basado en un libro que se convirtió en todo un éxito de ventas, apuntalada con la siempre certera interpretación de Emily Blunt.
Emily Blunt interpreta a Rachel, una mujer que parece no superar su reciente divorcio, que diariamente viaja en el tren y que suele sentarse siempre en el mismo lugar y con la costumbre de ir viendo por la ventana a las casas del vecindario.
Entre las casas que observa destaca la de una chica rubia que parece tener una vida perfecta digna de envidiar, hasta que una mañana la observa en lo que parece ser una infidelidad, lo que hace que Rachel pierda el control y decida bajar del tren, sin saber que terminará involucrada en una tragedia.
Con una narración que va y viene en el tiempo de manera caprichosa, la película va dosificando información importante respecto al personaje de Rachel, mientras que otra es mostrada cuando el relato ya ha avanzado bastante, por lo que esa manipulación se antoja un tanto truculenta, algo que queda de pleno manifiesto cuando sucede el giro cerca del final.
Lo que empieza siendo un thriller al uso se va convirtiendo de a poco en un desatado melodrama pasional que sostiene el interés gracias a las varias trampas que el relato pone al espectador, pero que al ser detectadas pierde toda gracia, a esto le sumamos que cada personaje que se va sumando es plano y además no se los muestra del todo, por lo que la intriga no llega a ser tal.
Como ya se comentaba, la película se sostiene casi exclusivamente por la fuerte impronta que Emily Blunt le pone a su personaje, con un trabajo desbordante que cautiva pero que se termina perdiendo en el terrible marasmo en que cae una película tope y mal contada.