Ilusiones S.A. (México, 2015) / Dirección: Roberto Girault.
Reparto: Jaime Camil, Adriana Louvier, Silvia Mariscal, Roberto D’Amico, Marina de Tavira, José Carlos Ruiz, Carlos Aragón, Christina Pastor, Miguel Conde, Verónica Langer, Laura Montijano, Sacha Marcus. / Guión: Olivia Núñez, Juan Ignacio Peña, Roberto Girault (Basado en la obra: Alejandro Casona). / Fotografía: Serguei Saldívar Tanaka. / Música: Juan Manuel Langarica. Estrenada el jueves 01 de octubre de 2015.
por: Enrique López Arvizu
Los simuladores.
El cine mexicano ha encontrado en la comedia, o ha querido encontrar, esa tablita de salvación que lo acerque a las masas, y aunque algunos casos han conseguido el beneplácito taquillero que se buscaba, como sucedió con el incomprensible éxito del debut de Roberto Girault con la mediocre ‘El estudiante’, en la mayoría de los casos el apego a ciertas fórmulas que son más cercanas a la televisión y guiones poco trabajados no permiten un cine mexicano de mayor calidad.
Ahora en su tercer largometraje Girault adapta el clásico de Alejandro Casona “Los árboles mueren de pie” donde una organización ayuda a la gente a volver menos dura su complicada realidad, simulando situaciones idealizadas por sus clientes todo “por la causa”, dicen sus miembros.
A ellos llega un hombre mayor que les pide suplantar a un nieto que se ha convertido en un criminal que se ha ido a España y en un intento de regreso a México muere en un accidente, todo para complacer a su esposa a quien ha engañado durante todo el tiempo ocultándole la verdad respecto al nieto a través de cartas que el mismo ha escrito y enviado.
El líder de la organización, o el director como ellos mismos le llaman, es interpretado por Jaime Camil, quien hará el rol del nieto de la pareja anciana reclutando a una mujer solitaria y triste para que haga el papel de la esposa, a quien enseña a fingir y mentir en pos de ayudar a la gente.
El primer problema al que se enfrenta la tercera película de Girault es que es una comedia que nunca persigue el humor y por el contrario, se vuelve completamente solemne, y después, la promesa de crear ilusiones se desvanece ante una carencia de ideas lamentable.
Además de que la nula dirección de actores tampoco favorece el desarrollo del relato, aprisionado por un guión que no oculta la fuente de su texto de origen teatral, lleno de diálogos imposibles, frases rimbombantes y personajes mal trazados que se contradicen todo el tiempo y que parece que, aunque se supone llevan cierto tiempo haciendo su “profesión”, nunca han conseguido dominarla dando la impresión de ser unos simples novatos.
Así, el tercer largometraje de Roberto Girault se queda en otra película olvidable que, como las ilusiones que fabrican los protagonistas, nunca consigue evadir ese halo de superficialidad que permea toda la película.