Pasión por las letras (Genius, Reino Unido, 2016) / Dirección: Michael Grandage.
Reparto: Colin Firth, Jude Law, Nicole Kidman, Laura Linney, Guy Pearce, Dominic West, Vanessa Kirby, Demetri Goritsas, Katherine Kingsley, Andrew Byron, Jacqui Boatswain, Leon Seth. / Guión: John Logan (Libro: A.Scott Berg). / Fotografía: Ben Davis. / Música: Adam Cork. Estreno viernes 07 de octubre de 2016.
por: Enrique López Arvizu
Pasión por las letras pero no por el cine.
El cine que repasa la vida de personalidades del mundo del arte suele tener un acabado impecable y una ambientación certera, y en su mayoría resultan productos ordinarios incapaces de trasgredir sus formas para conocer las genialidades de sus personajes, tal es el caso de la ópera prima de Michael Gandage.
La película narra la historia del editor de libros Max Perkins (Colin Firth), editor responsable de los hoy textos clásicos de escritores como Ernest Hemingway (Dominic West), Francis Scott Fitzgerald (Guy Pearce) y de Thomas Wolfe (Jude Law), obsesivo y brillante capaz de detectar el talento de los escritores como pocos.
El eje de la película se centra en la relación de Perkins con el también obsesivo Wolfe, la relación de éste con su esposa (Nicole Kidman) y la manera en que trabajaban juntos para condensar los kilométricos textos de Wolfe y volverlos un éxito de ventas.
Como ya se mencionaba, la ambientación de la época y sus detalles en que se sucedían los hechos están muy logrados, destacándose el trabajo en el diseño visual y algunas correctas actuaciones, no así el contexto social de la época (La Gran Depresión), el cual apenas se menciona)
Pero el relato no consigue ahondar en la vida y motivaciones de los personajes principales, de los que apenas se esbozan ciertas características, donde Law compone a un Wolfe poco carismático, e incluso se toma un tiempo también totalmente desaprovechado para mostrar algo de Fitzgerald y Hemingway que no suma al resultado final de la película.
Así el exceso de corrección narrativa y un guión más enfocado en explotar sentimentalismos y lugares comunes dan como resultado un filme ordinario, olvidable y carente de pasión.