Ouija: El origen del mal (Ouija: Origin of Evil, Estados Unidos, 2016) / Dirección: Mike Flanagan.
Reparto: Annalise Basso, Elizabeth Reaser, Lulu Wilson, Henry Thomas, Kate Siegel, Doug Jones, Lin Shaye, Alexis G. Zall, Sam Anderson, Ele Keats, Parker Mack, Lincoln Melcher, Eve Gordon, Chelsea Gonzalez, Gary Patrick Anderson, Bob Gebert. / Guión: Mike Flanagan, Jeff Howard. / Fotografía: Michael Fimognari. / Música: The Newton Brothers. Estreno viernes 21 de octubre de 2016.
por: Enrique López Arvizu
Reto superado.
Después de una desastrosa primera entrega, Mike Flanagan entró a rescatar la naciente franquicia de la Blumhouse, con una segunda película, que en realidad es una precuela, que es muy superior a su antecesora, en parte a ese aire a terror clásico de su primer tramo.
La historia que se narra sucede 50 años atrás, en los años 60, donde una familia compuesta por una madre, recientemente viuda, que realiza sesiones espiritistas y sirve de médium de manera alevosamente fraudulenta con la ayuda de sus hijas, la adolescente Lina (personaje de la primera entrega) y la pequeña Doris, esto para sacar dinero para sobrevivir y además ayudar a las personas a cerrar sus períodos de duelo.
Pero todo cambia el día que Lina con sus amigos juega a la ouija y se la recomienda a su madre para las sesiones, la madre llevará una a casa y la pequeña Doris se enganchará rápidamente a ella, ya que dice que puede tener contacto directamente con su padre muerto.
El inicio de ésta nueva película del solvente Flanagan es contundente, se toma su tiempo para ir presentando a sus personajes principales y la situación por la que atraviesan, todo en un tono retro que recuerda a películas clásicas del género como ‘El exorcista’ y otras recientes como ‘El conjuro’, con una atmósfera que de a poco va atrapando al espectador.
Gran parte del mérito se lo llevan las interpretaciones de Elizabeth Reaser como la madre, así como Annalise Brasso como Lina y sobre todo la pequeña y muy convincente Lulu Wilson, a las que se suma el personaje del padre Tom (Henry Thomas, el niño de E.T.), una ambientación bien lograda y los bien construidos climas.
Pero en el último tramo el relato trastabilla un poco, cediendo el paso a los sustos fáciles y los clichés del género, aunque ello no debilita el resultado final de una película que se ubica muy por encima de su predecesora y revitaliza una franquicia que había nacido con los peores pronósticos. Y no abandone la sala, hay que esperar los largos créditos de la película para ver una última escena.