Macbeth (Macbeth, Reino Unido, 2015) / Dirección: Justin Kurzel.
Reparto: Michael Fassbender, Marion Cotillard, David Thewlis, Elizabeth Debicki, Jack Reynor, Sean Harris, Paddy Considine, Julian Seager, David Hayman, James Michael Rankin, Barrie Martin, Ross Anderson. / Guión: Todd Louiso, Jacob Koskoff, Michael Lesslie (Obra: William Shakespeare). / Fotografía: Adam Arkapaw. / Música: Jed Kurzel. Estreno viernes 27 de noviembre de 2015.
por: Enrique López Arvizu
Ambición, traición y culpa.
Una nueva transposición de un clásico de la literatura como Macbeth exige una lectura que vaya más allá de lo conocido y ya visto en las otras versiones cinematográficas existentes.
Un texto que ha sido llevado al cine por monstruos del calibre de Welles, Kurosawa y Polanski se antoja una empresa complicada para cualquier cineasta pero que el australiano Justin Kurzel consigue librar de manera positiva.
Apoyándose sobre todo en la parte visual, Kurzel lleva a cabo un gran trabajo de la mano del fotógrafo Adam Arkapaw creando todo un particular universo lleno de atmósferas para cada momento de la obra (batallas, momentos oníricos o diálogos íntimos), donde el color juega un papel preponderante en ésta estilizada visión del clásico shakesperiano, donde es también importante el juego creado a partir del montaje, como en la ralentización de ciertas imágenes.
Otras de las virtudes de ésta nueva versión es la economía en cuanto a diálogos, siendo una obra donde los textos son vastos, Kurzel resta densidad haciendo uso de no muchos monólogos que son bien precisos y siempre al servicio del relato cinematográfico, que permite que el filme funcione en un mayor rango posible.
Y a todas estas virtudes en cuanto a la puesta en escena hay que agregar las virtuosas actuaciones de Michael Fassbender y Marion Cotillard, quienes se apoderan de sus personajes y consiguen darles vida transmitiendo sensaciones a plenitud en este relato de ambiciones y traiciones, como esa escena de Lady Macbeth, agobiada por el arrepentimiento y la culpa.
Así, el ‘Macbeth’ de Kurzel termina siendo toda una experiencia sensorial y placentera, gracias a una visión temeraria de su director que consigue un filme sólido y muy disfrutable.