Hagen y yo, de Kornél Mundruczó

Hagen y yo (Feher isten [White God], Hungría-Alemania-Suecia, 2014) / Dirección: Kornél Mundruczó

Nuestra puntuación

Reparto: Zsófia Psotta, Sándor Zsótér, Lili Horváth, Szabolcs Thuróczy, Lili Monori, Gergely Bánki, Tamás Polgár, Károly Ascher, Erika Bodnár, Bence Csepeli, János Derzsi. / Guión: Kornél Mundruczó, Viktória Petrányi, Kata Wéber. / Fotografía: Marcell Rév. / Música: Asher Goldschmidt. Vista en la 58 Muestra Internacional de Cine.

5

por: Enrique López Arvizu

Amores perros.

El director húngaro Kornél Mundruczó se ha vuelto un habitual participante del Festival de Cannes, habiendo participado tanto de la competencia oficial (con ‘Delta’ en 2008), como en las secciones paralelas, tal es el caso de ‘White Dog’, ganadora como mejor película en Un Certain Regard en 2014.

En ‘Hagen y yo’, título en México, cuenta la historia de Hagen, un perro de razas cruzadas que vive con Lili, una chica de 13 años que debe pasar una temporada con su padre ante el viaje de su madre al extranjero, y que ante la negativa del padre de pagar el impuesto por poseer un perro que no es de raza decide soltarlo en la calle.

De ahí Hagen pasará de estar con un vagabundo, después con un vendedor de perros y finalmente con un tipo que lo prepara y entrena para convertirlo en un perro de pelea y asesino, logrando escapar después de una pelea y terminando en la perrera, de donde volverá a escapar junto a muchísimos otros perros, convertido en el líder de la manada que irá en pos de ajustar cuentas contra los hombres que lo han maltratado.

Ante tal historia, sorprende que Mundruczó no se lance al vacío sin red protectora, apegándose a cierto realismo y alejándose de algún género (terror o fantástico) que hubiese catapultado al relato a alturas insospechadas, por el contrario, el convencionalismo de la puesta en escena achata un relato que pedía a gritos un poco más de locura.

Lo más llamativo del film son todas las escenas donde los perros, y en especial Hagen, son los protagonistas de la acción, sobre todo esas en las que cientos de perros salen a tomar las calles de manera violenta, pero que se quedan a medio camino en sus intenciones de provocar tensión.

Lo mismo sucede con su pretendido discurso alegórico respecto a las minorías y clases oprimidas levantándose en contra de su opresor, contra su “dios blanco” como reza el título original, que se pierde ante ciertas obviedades y el grueso subrayado de algunas de sus escenas, aun así es una película que ofrece algunos momentos de verdadero impacto y que merece la pena su visionado.

Deja una respuesta