El Principito (Le petit Prince / The Little Prince, Francia, 2015) / Dirección: Mark Osborne.
Animación. / Guión: Irena Brignull (Novela: Antoine de Saint-Exupery). / Música: Richard Harvey, Hans Zimmer. / Estreno viernes 13 de noviembre de 2015.
por: Enrique López Arvizu
El desalentador futuro del principito.
El más reciente intento por llevar al cine el clásico de la literatura infantil escrito por Antoine de Saint-Exupéry es un extraño relato que mezcla tres historias en una, y que al mismo tiempo intenta llegar a diferentes públicos a través de ella.
El hilo del relato lo lleva la historia de una niña que vive sola con su madre, quien somete a la pequeña a seguir un plan de acciones diarias que forman parte de un plan de vida minucioso, el cual debe seguir durante sus vacaciones como preparación para poder ingresar a un exclusivo instituto, todo esto en una animación 3D al más puro estilo Pixar.
Afortunadamente para la niña, todo empieza a cambiar cuando conoce a su vecino de al lado, un viejo que intenta echar a andar una vieja avioneta. El viejo no es otro que el conocido aviador de la historia original del Principito, quien irá relatando a la niña dicha historia e introduciéndola a un mundo de fantasía desconocido para ella, la cual está contada con animación en stop motion.
Hasta aquí el relato se sigue con interés, la narración en paralelo de ambas historias funciona a pesar de las licencias tomadas para poder intercalarlas dramáticamente, pero, se sabe que la historia de el Principito es breve y como tal, se agota cuando aún queda bastante tiempo para el final de la película.
La solución que se toma es por demás arbitraria, en un tercer acto que muestra una historia inventada que bien podría ser una especie de posible secuela a lo ya conocido, la cual resulta desafortunada, además de aburrida y que traiciona el espíritu del relato original.
La película dirigida por Mark Osborne (Kung Fu Panda) termina siendo un revoltijo que intenta complacer a los diferentes públicos que convoca sin conseguirlo, con un tramo final que se torna soporífero y que no encaja con el resto, y que desaprovecha los logros que minutos antes había sabido conseguir.